28 septiembre, 2009

Memoria de Elefante

Pocas historias he disfrutado tanto como la de El Médico de Noah Gordon. Siempre distingo entre una buena prosa y una buena historia. De El Médico me quedo con la historia, la trama; y aquí simplemente me dedico a deambular por sus paisajes; a sentir dentro de la piel del personaje, a padecer, a llorar, a ser valiente y frágil al mismo tiempo. No importa cual es la voz que me narra, que técnicas y figuras fueron usadas, mi único rol es volver de la muerte y ser un médico, desafiar los tiempos y hasta la humanidad misma, porque es lo que hace Rob J. Cole a lo largo de toda la obra, desafiarse a sí mismo y al resto del mundo. El Médico no es para menos, parte de una saga, pero es también un gran dechado de la novela histórica, subgénero consagrado del autor. Gordon dibuja con lápiz un ser aguerrido y hermoso, una aventura inigualable por la vieja Europa y el mundo árabe, los principios de la medicina, y lo que supone un viaje interior. Son buenos elementos para una buena ficción, y una muy buena ficción para construir una novela histórica, pero es a través de los ojos de Rob J cuando pueden palparse y vivirse. Mucha fortaleza para un solo personaje, algo así como un héroe de cómics, solo que su “don ” es más real y benigno. Lo confieso, Rob J. Cole ha sido, en el mundo de mis páginas, a quien más he amado, leal y febrilmente.

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