06 octubre, 2009

Con olor y sabor a Abril

Recuerdo que cuando pequeña jugaba con mis hermanos, que la cama era un gran barco en el cual ellos y yo estábamos, y sobre el cual nos turnábamos el timón. Allí imaginábamos que el mar estaba en calma y el cielo estaba abierto y azulito, pero que de repente venía una tormenta y nos atacaba, pero que nunca zozobraba, tanto por la confianza de sus tripulantes como por lo bien que el Capitán o Capitana llevaba la embarcación. En otras ocasiones éramos piratas del mismo barco, igual venía la tormenta e igual no zozobraba la embarcación… a los y las piratas hasta las inclemencias del clima le temían. Otras veces, de dos en dos nos subíamos a los pedales de la máquina de coser de mi papá y de mi mamá. Allí imaginábamos ser un peligro ambulante de las calles, pues “corríamos” a mucha velocidad. Hacíamos sonidos onomatopéyicos que aseguraban a quienes nos oían, que éramos unos racing (esa palabrita la aprendimos después), en la calle o avenida por la que íbamos. Uf! Cuánto inventar, no? pero…qué infante no lo hizo y no lo hace actualmente?. En nuestro mundo en pequeño, pero que es grande a esa edad, inventamos, fantaseamos y nos ponemos creativos. Pintamos de colores lo que para los adultos está en blanco y negro. Nos divertimos con lo más mínimo y nos reimos de lo más absurdo. Sigo pensando en todo cuanto hice junto a mis hermanitos y eso logra una sonrisa en mi rostro, una esperanza en mi descendencia. ¿Y tú, recuerdas a qué jugabas? Compártelo!.

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