27 agosto, 2009

Amanda

Amanda supo, muy a su pesar, que por su sangre corrían gotas de la raza negra. Lo supo el día que dio a luz a su primer y único hijo, cuando la cicatriz de la cesárea se hizo un queloide. El médico le explicó que eso era más común en las personas de raza negra producto de que sabe Dios qué cosa…. no supo más, ya que mientras el doctor seguía explicando su cabeza divagaba sin creer que en el blanco de su piel y en su estirpe familiar pueda haber existido, por alguna razón, un negro o una negra, quien de forma irreverente le había dañado la tersura de su piel y le había marcado la existencia. No, eso era inaudito. Fue por ese entonces que le dio por hurgar de manera obsesionada, en el árbol genealógico de su linaje. No hubo anciano de la familia, que todavía quedara vivo, a quien no le preguntara. No hubo tampoco mujeres en la familia, no importa la generación, las cuales no les revisara la figura buscando queloides obsesionados en cuerpos de mujeres de un blanco perfecto. Pero también fueron consultados brujos de diferentes índoles y cartas de todo tipo. Preguntó si no había otras constelaciones y los nombres de otros astros para que le dieran la respuesta que los astros de la tierra no podían darle. Por último consultó a un sicólogo y logró que la hipnotizara, fue la causa por la cual supo que en una vida fue meretriz, en otra guardaespaldas de una inglesa famosa, en otra amante de un pobre hombre sin futuro, y lo más reciente una flauta que tocaban unos nativos en una tribu del Amazonas. Sí que era obsesionada mi amiga Amanda!. Cuando se empeñaba con un tema no lo soltaba. Recuerdo que de adolescente se obsesionó con la belleza de la gente, por eso escogió como marido a un Adonis, era la única cualidad preponderante que tenía el muy infeliz. Por otra época, se obsesionó con las dos versiones del génesis, y no hubo sacerdote que le diera la respuesta que quería oír, prefería seguir obsesionada. En otra se cogió con San Pablo, y llamaba hereje a todas las de pensamientos liberales que le llamara machista y dejó de hablarles por un buen tiempo, hasta que como penitencia el sacerdote de la parroquia la mandó a reconciliarse con todas sus hermanas en Cristo. Ya casi había olvidado lo de la negritud, la cesárea y el queloide (se hizo una operación tan pronto pudo), cuando un día encontró respuesta en un libro de poesía popular dominicana donde un escritor decía que en este país todos y todas tenemos “el negro detrás de la oreja”. Comenzó a hacer las averiguaciones para saber quién era ese tal Juan Antonio Alix, de dónde había salido y dónde vivía para ir a visitarlo, eso se lo tendría que decir cara a cara y con muy buenos argumentos.

2 comentarios:

  1. Oye que lujo leerte. Me ecantó :)

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  2. me encanto el comienzo de "Amanda", mas, no como se enredo en tantas busquedas...por otro lado, ese -no se si cuento, poema, pensamiento, reflexion- sobre ser MUJER, es sencillamente: maravilloso! conjuga casi todas las expresiones concisas, humanas y precisas con que en otros espacios he visto que se nos define,como de lo que yo tambien me siento orgullosa y agradezco ser: MUJER... Felicidades Gioconda Belli. Violeta.

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