Me miraste con tus ojos grises
y me tocaste el rostro con un soplido de color.
Me dejé mirar.
Me dejé tocar.
Y quise más, mucho más.
Por eso volví.
Volví a la envoltura gris de tus ojos coloniales.
Volví al toque alegre de tus manos sin cansancio,
que invitan a volver una y otra vez
sin prisa, pero con ansias
ansias que devoran la distancia,
que tragan la espera
y que desespera
aún cuando no se tiene prisa.
Pues yo quise capturar ese momento, obvio que no lo logré, pero grabe unas imagines que recurro a ellas en ocasiones, esas benditas ocasiones donde me dejo atrapar por la nostalgia de aquellos atardeceres cargados de emociones y de gratitud por no pasar a otra vida habiendo perdido esa vista maravillosa del Morro cubano y de tener la dicha de contar una amiga como tu que eres parte de aquellos recuerdos..
ResponderEliminarTe amo, amiga!
Tontita