16 diciembre, 2009

Memoria de elefante

Hay que odiar un poco para escribir. Hay que saber de fangos y de catarsis, ser visible y transparente, sufrir lo insufrible y amar lo monstruoso. Hay que divagar por los preludios, soñar los epílogos, o llorarlos un poco. Hay que materializar lo imposible, volcar soledades, palpar el deseo. Ya seas víctima u homicida, habrás de redoblar los túneles del misterio. Habrás de recodar y olvidar las reglas, porque para escribir, hay que echar el alma por la borda.

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