Es algo muy momentáneo e imperceptible, maquillado con tonalidades tan
distintas que sin embargo no deja de ser natural y limpio. A no ser
por ese diamantito de misterio que brilla en los ojos; la discreta, paciente
e inhibida sensualidad de una mujer, es casi un secreto. Y si una pizca
de morbo se asoma, caminando por la calle, mirando en los
anaqueles de una librería o tecleando las cifras de una cuentas en un
computador; una mujer se morederá el labio inferior, cruzará las piernas,
o hará como quien se recoge el pelo, dejándolo solo al lado derecho, en
señal de sofoco. Tal vez, una sonrisa impúdica se asome a su cara, o un
culpable sonrojo, igual siempre está ahí esa conciencia de un cuerpo
real, sentado o en movimiento, que tiene caderas, senos, que usa tacones
y bragas, que recuerda o se anticipa a un recuerdo , y fantasea con cerrar
los ojos y dejarse llevar por la corriente cálida del deseo.
20 noviembre, 2009
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