Memoria de Elefante

Todo empezó con "la vieja ola", en el memorable pueblo de Jánico, y con aquel viejo radito que animaba a mi tía Cori a lavar la ropa los sábados en la mañana, con el "jabón de cuaba", por supuesto, oyendo "Por qué se fue, porque murió, porque el Señor se la llevó...". Por aquella época rodaban los cancioneros por la casa, con canciones de Emilio José y Joan Manuel Serrat. Mis tíos, los Silverio, la mayoría amantes del canto y con buena voz por herencia, entonaban por toda la casa: "Ay amor, sin ti no entiendo el despertar...". Y mi mamá, que sólo sabe cantar bajito, de cada viaje traía el rumor a tango: "Y todo a media luz, que es un brujo el amor...." Entonces las canciones llegaban a mí, más ligada a la influencia familiar que al gusto, y luego más el recuerdo. Con en el tiempo, una racha de canciones depresivas conformaron una nueva etapa, ya saben, Marisela, Juan Gabriel, José José y su invitado. Otras composiciones entraron en la categoría de tiernas y sublimes, como las de Danny Rivera, Perales o el grupo Mocedades. Hoy la música me llega por géneros e idiomas. Pero aquellas cancioncitas de antaño, sublimes o depresivas, me gusten o no, son parte de mí. Todavía hoy me pongo triste si escucho "El gato que está triste y azul, nunca se olvida que fuiste mía...." Y siempre ando tarareando alguna canción del hoy, del ayer, o del antes de ayer. Y luego dicen -pero tú te sabes todas las canciones..... - y yo contesto- Es un mal familiar, - con todo el drama posible -llevo una vellonera en el alma.